jueves, 9 de octubre de 2014

Voto y herejía



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                                 VOTO Y HEREJÍA  
Por Jorge Zabalza para Voces.

Sintéticamente, no comparto las políticas que implican someter el país y a su población al modelo económico “global” de los capitales transnacionales en el que, a pesar de los discursos, la mitad de los trabajadores gana menos de 15.000 pesos. Discrepo con el proceso de concentración y extranjerización de la propiedad de la tierra. No estoy de acuerdo con los privilegios abusivos (exoneraciones tributarias, puertos, zonas francas, leyes hechas a la medida) concedidos a la gran inversión extranjera y negados en cambio a la inversión y al trabajo nacionales. (…) Me indigna la ley de bancarización obligatoria (hipócritamente denominada de “inclusión financiera”), que favorece el endeudamiento de la población de menos recursos y significa la intromisión inevitable de los bancos en todas las transacciones económicas, incluido el pago de los sueldos”. Coincido totalmente con la columna “el voto discrepante” de Hoenir en el VOCES del 2 de octubre. No es la primera coincidencia que tengo con la familia Sarthou y espero que no sea la última.    

La expansión de la soja transgénica y de los agrotóxicos, las plantas de celulosa, la megaminería podrán aumentar las cifras de nuestras exportaciones pero no nos harán más libres ni más sanos. Creo que el experimento Tabaré-Mujica-Astori (múltiplos cuyo orden puede cambiarse sin alterar el resultado), compartido por los cuatro partidos del sistema, fortaleció los vínculos de dependencia del Uruguay: basta con la caída de los precios de la soja en la bolsa de Chicago o con una decisión de la Reserva Federal de los EEUU, para que llegue a su fin la fiesta iniciada en el 2004. De ojos bien abiertos, el Uruguay Progresista camina hacia el desbarranque. ¿Qué pasará cuando ocurra lo que le ocurrió a la socialdemocracia en Europa? ¿Qué pasará cuando se cierre la canilla del MIDES y el gobierno se vea “obligado” a desvincular los salarios de la inflación?.

Hay que preguntarse si en el marco del capitalismo “global” son posibles políticas económicas y sociales de carácter popular, diferentes a estas que instrumenta el astorismo. Se llegó a un punto de la historia -cambio climático más miseria globalizada más aventuras guerreras de los EEUU- en que no caben más retoques, la única salida es luchar contra el capitalismo antes que termine con el mundo: socialismo o muerte pero, en concreto, en este Uruguay de la alienación progresista ¿hay espacios políticos para esa necesaria lucha anticapitalista?

Cuando el gobierno y el parlamento aprobaron la ley que  privilegia la instalación de la megamina a cielo abierto en Valentines, no previeron la firmeza de los movimientos sociales para oponerse al “Plan Aratiri” (regasificadora para alimentar de energía la megamina y un mineroducto que llevaría el mineral al puerto de aguas profundas en Rocha). Se movilizaron en Cerro Chato y Valentines los supuestamente beneficiarios de los puestos de trabajo que falsamente prometía la empresa. En Tacuarembó se recogieron 14.000 firmas rechazando futuras aventuras de megaminería. Paradójicamente el descontento se hizo lucha en el interior profundo, por lo general pasivo frente a las decisiones gubernamentales que les caen del cielo. Si los gobernantes fueran más sensibles, pensarían dos veces antes de ir a mendigar a Finlandia por una nueva planta de celulosa. Por su parte, el puerto de aguas profundas también despertó gran descontento entre los pobladores de la Costa Atlántica que continúan movilizados en defensa del agua, del aire y de la tierra. Con idénticas convicciones continúa la recolección de firmas para impulsar un plebiscito a nivel nacional. Las luchas dispersas confluyeron en las marchas masivas por la Avenida Dieciocho de Julio, que lograron romper el cerco informativo y que el gobierno postergara la firma del contrato con Aratiri. Sin dudas fue la oposición más seria y contundente al capitalismo “global” en el Uruguay y, por consiguiente, a la anterior pregunta hay que responderle que sí, que hay espacios sociales y políticos para un movimiento anticapitalista.

No estamos inventando nada nuevo. Es solamente una lección recogida en la historia reciente del movimiento popular uruguayo porque...¿de dónde surgieron el Congreso del Pueblo y la CNT, las organizaciones que cambiaron el panorama del Uruguay de los '60? ¿Producto de qué fueron las organizaciones revolucionarias que conmovieron la sociedad (MLN, OPR-33, GAU, MIR)? ¿Cuál fue el vientre donde se gestaron los  Raúl Sendic, León Duarte y Héctor Rodríguez?: la lucha de los gremios solidarios, de los cañeros UTAA, de los trabajadores de FUNSA, del movimiento estudiantil de solidaridad con Cuba Revolucionaria..... en el mismo momento que se daba la lucha social y reivindicativa, confluyeron de corrientes anticapitalistas muchas de ellas electoralistas y parlamentarias y se fueron formando luchadores y organizaciones por la revolución: eran fases diferentes de un proceso histórico único.  Aspectos diferentes de un desarrollo continuo, que no es posible analizar cada cual por separado, aislándolos entre sí, son como las fases que muestra la luna en un mismo momento según el punto del planeta desde el cual se la observa. Hoy día, la gente pelea por detener la barbarie de la megaminería pero, al mismo tiempo, sin solución de continuidad, se está enfrentando las concepciones capitalistas en varias de sus dimensiones y, al interior de la lucha social, hay sectores que cobran consciencia de la necesidad de la transformación revolucionaria de la sociedad.

La madre del movimiento anticapitalista es la lucha social. Y en ella, los luchadores que se independizaron de la disciplina partidaria, comienzan a pensar con autonomía, dejan de aplaudir sin pensar y eligen otro camino, el de la justicia social. Surge el pensamiento crítico e independiente y los caminantes se fijan sus propias reglas de juego. Las vicisitudes de la lucha y las diferencias que surjan, crearán la necesidad de que los afines se vayan agrupando en distintas corrientes ideológicas, algunas de ellas con ideas revolucionarias. El conjunto conformará un movimiento muy complejo que será a la vez socialmente reivindicativo, anticapitalista y revolucionario, todo depende de donde se ubique el que analiza la lucha. Claro que hay quienes creen que en 1960 se juntaron cuatro o cinco “cráneos” que cranearon la teoría sobre cómo hacer la revolución y luego convocaron a las masas para que se sumaran a la lucha. No fue así, no será así. La organización revolucionaria surge naturalmente por necesidad de las luchas de los movimientos sociales. Ni antes ni después, en su interior.

Por eso me resulta imposible analizar la actual campaña electoral por separado de la lucha contra la megaminería, del proceso de surgimiento de un movimiento anticapitalista y de la construcción del movimiento revolucionario. Desde este punto de vista, el voto discrepante es bastante más que un voto en blanco o nulo: aunque el votante no lo perciba, puede ser su primer gesto de conquista de la independencia y de la autonomía. Un acto trascendental de su vida política individual, que le cambiará sus gafas y le permitirá percibir la realidad desde un punto de vista muy diferente al del aceptar y acatar. El o la votante, decepcionada por la adscripción de “su” gobierno a todo lo que antes se había criticado, irritada por los ataques sin fundamento de la santa inquisición, toma la decisión de separarse de la feligresía y convertirse en hereje y la herejía fue la condición previa al surgimiento de movimiento revolucionarios de nuevo tipo, la herejía de Carlos Marx y Federico Engels, la de Bakunin y Malatesta, la de Lenin y Trosky, la de Fidel y el Ché Guevara. La de Raúl Sendic.

Jorge Zabalza


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