martes, 23 de noviembre de 2010

ENTREVISTA PUBLICADA EN EL SEMANARIO “EL SERRANO” (CIUDAD DE MINAS)

Jorge Zabalza Waskman: “descubrí sensibilidades que ignoraba; mi cabeza está centrada en la maravilla del amor”.
¿Cuánto mide Jorge Zabalza?

Alrededor de un metro noventa era una altura excepcional para el básquetbol a fines de los años ’50 en el Uruguay.
Durante esta entrevista pude calibrar otra estatura de Jorge Zabalza Waskman.
SERR: hace pocos días tuve en mis manos un ejemplar del diario La Unión, de 1963, en el que leí que Unión le había ganado a Salus y que el mejor jugador de la cancha había sido Jorge Zabalza con 14 tantos
J Z: ¡pa’! 14 tantos…
SERR: ¿te destapaste esa noche?…
J Z: parece que sí (se ríe). Contra Salus además;  la gente de mi querido “Bucéfalo” Varela.
SERR: ¿Te acordás cómo formaba Unión en aquellos años?
J Z: Alejo Giorello, Tomás Genta y yo, Walter Halegua y Carlos “pelao” Huerta. Después entraba el “oveja”  (Eduardo) Falco, Leonel “bonito” Barboza, el “peca” Olmedo, la “chancha” Hebert Aycaguer.  En el año ’61 cuando me fui a estudiar a Montevideo, jugué en Defensores de Maroñas, con tanta mala suerte que ascendimos a primera
SERR: no entiendo lo de la mala suerte
J Z: tenía que dedicarme a entrenar en serio para jugar en primera, y yo ya estaba para otra cosa. Ya militaba a nivel estudiantil en la Facultad de Derecho. Me detuvieron un par de veces también. Cuando podía, viajaba de noche a jugar en Unión, hasta que pasé a la clandestinidad.

Fútbol, reparto de listas y conciencia social:
SERR: en conversaciones que yo he tenido con bastante gente, todo el mundo, sin distinción, me habla muy bien de Ricardo. Todos me hacen una gran diferencia contigo, como que vos eras más temperamental, más pendenciero, si me permitís. ¿Era tan así eso?
J Z: sin embargo a él le decían “el gallo de lata” porque se enojaba fácilmente. Pero es cierto que Ricardo era mucho más simpático que yo. Siempre tenía una sonrisa a flor de labios, fue muy solidario, hizo gran cantidad de amistades. Hoy estuvimos conversando con “Zelmarito” (Zelmar Riccetto Hijo),  con Ruben “Adela” Vázquez, amigo desde la escuela de Ricardo, y uno se da cuenta que nosotros nos criamos en el centro, siendo una de las familias más pudientes de Minas, pero teníamos un instinto hacia lo popular. Era como que no empatábamos con el ambiente del centro. Yo en mi época me iba a la cancha de Ancap, o a la cancha de bomberos. Ricardo en su época, era de ir a la cancha de Zamora, o de Central, al Barrio Olímpico, a la plaza de deportes. Eso fue algo instintivo, y en Ricardo mucho más creo yo, porque jugaba muy bien al fútbol. Eso, en las ciudades del interior sobre  todo, rompe las distancias, iguala las clases sociales. Convivíamos con los problemas de trabajo, despido, desempleo, de nuestros compañeros de fútbol, básquetbol, escuela, liceo.
SERR: ¿Tu padre, o tu madre, no marcaron también esa impronta de sensibilidad en ustedes?
J Z: es distinto. Claro que recibimos la mejor educación que había en esos tiempos, pero el contacto con los problemas de los más humildes te crea un fondo popular que, inconcientemente quizá, te prepara para lo que después nos pasó a los dos. Es decir, vas a Montevideo a estudiar y te encontras con un ambiente político y de militancia, en el que tomas parte.
SERR: ¿sentiste como algo muy fuerte ese cambio de ambiente?
J Z: Seguro, pero para mí no fue  tan fuerte como para Ricardo, porque en noviembre del ’66, Ricardo votó al viejo “Perico” (se refiere a su padre que acompañó la fórmula Etchegoyen - Ortiz). En esa yo ya no lo voté.
SERR: ¿Alguna vez lo votaste a tu viejo?
J Z: Yo trabajé por la vieja lista 1. (1958 cuando el Dr. Zabalza es electo Consejero de Gobierno, junto a Etchegoyen, Nardone, Haedo, Harrison y Alonso)
-¡doy fe! Trabajamos juntos (tercia nuestro director Juan Caraballo) todos quedamos con la duda aquella vez que salimos a repartir listas, si era por la política o por manejarle el “Tacoma” a “Perico” (se refiere al auto del Dr. Zabalza) que era intocable
J Z: es cierto (risas). Incluso participé en algunos congresos de la Juventud Ruralista del Uruguay. Como te decía, el cambio de opción de Ricardo fue un salto muy brusco en su vida. Yo volví de Cuba en Setiembre de 1968 y, sorpresivamente, quien me da la bienvenida en nombre del Movimiento Tupamaros fue Ricardo.
SERR: otra sensación que me han dejado los minuanos con los cuales he hablado, es sobre la sorpresa que causó en Minas la muerte de Ricardo. Me cuentan: “fuimos a la agencia de Corporación en la galería Irisarri a despedir novias y novios que se iban a Montevideo a estudiar, entre los que estaba Ricardo, y a los dos días se muere en el operativo de Pando”
J Z: No es cierto. El ya estaba en la clandestinidad hacía un mes y medio, más o menos. Hasta ahí venía a ver a su novia y a su barra de amigos.
-yo me lo crucé en Montevideo y andaba peinado de raya al medio. Me hizo una guiñada y cada uno siguió por su lado (recuerda “Papusa”)
J Z: lo que pasa es que ya estaba requerido.

La venganza redentora:
SERR: una de las cosas que más me impactó al leer “Cero A la Izquierda” (libro de Fernando Leicht sobre la vida de Zabalza) es esa frase que pronucias: “La venganza es un derecho y un acto de necesaria justicia”
J Z: entiendo que en la historia ha habido mucha venganza;  en la cultura griega la venganza tiene una fuerza tremenda. Yo creo que en determinada situaciones es válida. Cuando digo que siento ánimo de venganza para aquellos que asesinaron a Ricardo, o a compañeros míos, es cierto. Yo siento así. Que yo no haya ido a matar al coronel Alfredo Rivero es una prueba de que uno controla esos sentimientos, sus emociones. Eso no quiere decir que lo voy a olvidar y lo voy a perdonar. El Che Guevara decía algo parecido: “los pueblos hacen las revoluciones cuando sienten odio por los explotadores”. Esa relación humana que puede existir con el patrón te hace perder de vista que, en realidad, vos producís para que otro se enriquezca. En los últimos años, el producto bruto interno creció a los 31 mil millones de dólares. “La parte del león”, el treinta por ciento de los 31 mil millones, se lo llevaron un puñado de dueños del Uruguay, dueños de los campos, de los capitales financieros, la clase propietaria. En cambio, el trabajador se lleva alrededor de un 22 por ciento de ese producto bruto para dividir entre cientos de miles de personas. Cuando vos te das cuenta de esa diferencia, que pasa casi desapercibida, sentís odio, y eso es lo que mueve a los pueblos. Si no, vamos a leer la historia. O ¿La toma de la Bastilla y la Revolución Francesa se hicieron en base al amor? El amor por la humanidad, pero no el amor por los reyes que terminaron pasando por la guillotina. Entonces, cuando los pueblos toman conciencia de eso, tienen que liberar ese sentimiento de odio
SERR: ¿no existe otra forma de liberar ese sentimiento que no sea a través del camino de las armas?
J Z: creo que, en definitiva, en una sociedad los momentos revolucionarios son violentos. Ocurrió en el Uruguay en la época de Artigas, en la época de Aparicio Saravia, en los años ’70. Ahora, no todos los momentos en la historia permiten la revolución. Por el contrario, la mayor parte de la historia transcurre en períodos en los cuales la lucha política va por otros cauces. Para decirlo con palabras del “Che” también, cuando pronunció el discurso en la Universidad: “Cuidad vuestras libertades, que me permiten a mi estar acá hablándole a todos ustedes”. Yo estuve ahí, en el discurso del “Che”, a pesar de que, cuando podía, de noche, venía a jugar al básquetbol a Minas. Lo que pasa es que esas libertades políticas son concesiones de los que siguen haciendo el negocio. Acá tenemos una democracia estupenda, pero hay gente que se la sigue llevando toda. Hay empresas trasnacionales en las zonas francas que no pagan un centésimo de impuestos. Sin embargo esa democracia, me permite venir a SERRANO a decir mis pensamientos, permite una movilización sindical donde hay distintas tendencias y, en algunos momentos como ahora, permite que predominen las tendencias más confrontativas. Creo que estos momentos son los de organizarse, debatir y poner en orden las ideas, porque los momentos revolucionarios tienen un factor determinante que es la comprensión popular. Si no hay un movimiento popular que comprende la necesidad de emanciparse no hay revolución. No hay ningún iluminado que pueda sustituir esa regla de oro.

El país hoy:
SERR: ¿Qué momento estamos viviendo ahora en el Uruguay?
J Z: estamos viviendo un momento en que uno de los viejos guerrilleros es presidente de la república; la primera dama es una vieja guerrillera; Fernández Huidobro es una figura del Senado. Pienso que las cosas se confunden un poco. La gente recibe el mensaje de que a través de las instituciones democráticas se pueden llegar a liberar, a cambiar la sociedad, a tener justicia social. Yo creo que están equivocados
SERR: pero viste el respaldo popular que tuvieron…
J Z: es innegable. Yo no digo que no funciona. Funciona muy bien. Cumplen un papel que Carlos Real de Azua, que era Blanco, decía que era el papel de amortiguadores políticos de la conflictividad social. En ese conflicto que hay entre el que se la lleva toda, y el que trabaja para vivir, los partidos políticos funcionan como amortiguadores para que no choquen esas dos fuerzas. Los mejores amortiguadores  que han encontrado la clase dominante en el Uruguay son mis viejos compañeros. Antes, ellos se ponían al frente de las clases populares para crear conciencia. Ahora, cumplen este papel de amortiguadores para oscurecer las conciencias. Ese es mi punto de vista. La gente cree que votando a Mujica puede llegar a emanciparse. Yo creo que es todo lo contrario. Para resolver la situación de este país hay que hacer una reforma agraria. Algo que estaba muy claro en los años ’60 y ‘70, hoy está oscurecido. Hoy dicen ‘vengan los capitales extranjeros que nos van a dar puestos de trabajo’. ¡Mentira! Cuatro mil pesos, cinco mil pesos, son los sueldos de esos puestos de trabajo. El 70 por ciento de los asalariados del Uruguay no pagan IRPF, porque ganan menos de 13 o 14 mil pesos
SERR: Una de las grandes contradicciones que vemos los que no votamos al Frente Amplio, es que hoy está haciendo lo que durante cuarenta años criticó…
J Z: lo está haciendo mejor que ustedes (risas)
SERR: ¿Por qué?
J Z: porque el Frente Amplio tiene ese predicamento popular que no tenían Sanguinetti, Lacalle, ni Jorge Batlle y que sí tuvieron en su momento Wilson (Ferreira Aldunate) y Luis Batlle. El “pepe” Mujica puede ir a sentarse al PIT CNT y hablar de compañero a compañero con todos. Ahora el PIT CNT te va a hacer un paro, pero no es contra el gobierno.

La lucha continúa, pero con otras municiones:
SERR: ¿Cómo llegaste a ser carnicero?
J Z: también esas convicciones profundas que yo siento, el hecho de que intento seguir con la prédica revolucionaria, me llevó a romper con mis compañeros. En el año 2000 salí de la Junta Departamental (Montevideo) y quedé desocupado. Salí a vender libros primero y después un compañero, cuyo padre era carnicero y había fallecido, me dijo que habían quedado unas herramientas y me las daba a pagárselas como pudiera. Me gustó la idea porque en Santa Catalina, donde yo vivo, no había ninguna carnicería, así  que hablé con el que vendía carne “bajo cuerda”, nos hicimos socios, nos metimos en un terreno, lo rellenamos, construimos el local y en el 2002 inauguramos la carnicería. Ese compañero sigue al frente del negocio porque yo ya me jubilé.
SERR: ahora estás con el tema de la placa en memoria de Ricardo 
J Z: en realidad, la polémica sobre la placa me obligó a salir nuevamente al escenario (leer SERRANO del sábado 13 de Noviembre de 2010). Salvo algunos artículos de opinión, he estado fuera de circulación los últimos tres años. Estoy enamorado (Verónica, su compañera). Escribo poemas; reflexiono sobre las formas de ejercer el poder; descubrí que poseía sensibilidades cuya existencia ignoraba; mi cabeza está centrada en la maravilla del amor. Está en imprenta un libro que escribí sobre el pensamiento revolucionario de Raúl Sendic, una forma de hacer política desde la lucha de ideas y la interpretación de nuestra historia tupamara. Sobre todo me preocupa que a Raúl Sendic me lo pongan tan alto en el bronce, como hicieron con Artigas, que se pierda la verdadera esencia de su lucha revolucionaria. Me siento muy feliz lejos de las pujas de poder y los serruches de patas de la política electoral e institucional.
SERR: ¿En algún momento, todo tu bagaje de conocimientos teóricos, todas las peripecias que sufriste por tus convicciones, las pudiste conversar, contrastar, con tu padre?
J Z: No. Nosotros alguna vez hablamos de política; en general hablábamos de fútbol. Yo a mi padre le tengo que agradecer el apoyo en los peores momentos que tuve en mi vida, como se lo tengo que agradecer a mi madre; particularmente a ella. Ellos fueron muy solidarios, mantuvieron los lazos familiares, fueron la única conexión que yo tuve con el mundo durante mucho tiempo, y me criaron a mi hija recién nacida (Laura). Cuando salí de la cárcel tuvimos un tiempo de diálogo político, pero después mi padre apoyó a Wilson (Ferreira Aldunate) creando esa ley de impunidad, incluso hizo propaganda por el voto amarillo, y hasta ahí llegamos. Volvimos a hablar de fútbol, nada más.
SERR: ¿Y los últimos tiempos con él como fueron?
J Z: él sufrió una agonía muy larga, prácticamente tres años, del ’93 al ‘96… Había cosas que él no se las confiaba a nadie más (sus ojos se envidrian)… Hice lo que cualquier hijo hace en esas circunstancias, lo acompañé hasta el final.
SERR: la del estribo. Me pidieron que  te preguntara por una moto Vespa que era toda una novedad en Minas
J Z: ¡Ah! La Vespa. Una de las primeras que hubo en el Uruguay. Ese fue un negocio que hice con el viejo Zabalza. Mi historial en el liceo empieza con sobresaliente en primer año y termina que en cuarto año pasé raspando. Yo me iba a examen en unas cuantas materias a las que no les daba ninguna pelota, entonces mi padre me dijo que si a fin de año no me quedaba ninguna a examen me compraba una Vespa.
-¡Fenicio! (“Papusa” metió otra baza)
Y bueno (sonríe), yo le cumplí y él me cumplió. Cuando me fui a Montevideo el que la disfrutaba era Ricardo.
Estatura es la que se necesita para dejar atrás todo, lo cómodo, lo dulce, pero no negar la sangre familiar, y sintonizar la vida con lo que realmente te pide el corazón y el pensamiento.
Estatura es la que se necesita para no ser hipócrita, políticamente correcto, o acomodado a las circunstancias del momento.
Yo no estoy de acuerdo con la forma de poner en práctica sus convicciones. Sin embargo, confirmé lo que ya presentía. Sé con quién hablé, y si tengo otras entrevistas con él, sabré que me hablará con su verdad.
Me quedó claro su mensaje. Por eso, sí sé cuánto mide Jorge Zabalza.-
                                                      Gerardo Palumbo Cerrón.-


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jorge zabalza

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